YO: ¿Qué es la Alquimia?

SOY: Es el término árabe para definir a la Química, es decir, la ciencia que estudia los elementos de la creación. Pero no fueron los árabes quienes la inventaron, sino los egipcios. Los árabes sólo se referían a ella en relación a la tierra donde la misma había nacido. En la antigüedad a Egipto se lo conocía como Kemet, cuyo nombre proviene de Kimi que significa “negro”, por lo tanto, Kemet es la tierra negra, haciendo referencia al limo, a las tierras fértiles del Nilo. Los egipcios, mediante el fuego, comenzaron a producir nuevos materiales jamás vistos antes, y todos sus productos eran transportados al mundo conocido, por lo que sus componentes, llevaron el nombre de Egipto como referencia: Al-Kemet, y de allí, Alquimia.

YO: ¿Por qué la alquimia entonces está relacionada a la magia, a los druidas, a todo lo místico?

SOY: Por varias razones, y básicamente es porque los magos, o Magush de Persia, eran aquellos que estudiaban lo invisible a los ojos, y los alquimistas Egipcios enseñaban que lo invisible era esencial, por lo tanto, la verdad se esconde en lo que no vemos, y a ello le llamaban éter, o espíritu, relacionado tanto al alcohol que se usaba para hacer perfumes, que permitía oler una flor por más que la misma no esté allí, así como el aire invisible que da vida en cada respiración. En la antigüedad, lo invisible era incontable, de allí surgió el término “átomo”, que no posee medida. Pero mucho antes de este término, sólo podía entenderse esta fuerza mediante la palabra “luz”, es decir de la lengua indoeuropea: “deva”. Por ello, cada esencia química era conocida como una divinidad, como una luz esencial en las cosas. Y desde luego, la química y las divinidades hacían cosas improbables, como milagros, que para los extremistas monoteístas, implicaba brujería. Así, los alquimistas y magush de medio oriente fueron llamados brujos, herejes, y la alquimia pasó a formar parte de lo prohibido por las religiones, convirtiéndose en una ciencia ocultista. Pasarían muchos siglos hasta que la alquimia renaciera bajo el nombre de química, que la separó por completo de la espiritualidad para analizarla sin esencia, sino fríamente en un laboratorio.

YO: Oh, entiendo, entonces, cuando hablamos de alquimia, estamos hablando de la forma de interpretar lo que hoy llamamos química, pero que se le quitó la magia, y por ello es aburrida. Recuerdo que en la escuela era la clase que menos me gustaba, mi profesor era muy aburrido y todo era demasiado complejo.

SOY: La ciencia ha intentado matar la magia de la química y la física por el trauma sufrido tras siglos de persecuciones religiosas y espirituales. Por ello ha decidido eliminar toda opción de pensamiento mágico, olvidándose que fueron sus orígenes. La capacidad de imaginar, de percibir lo que invisible en la esencia de las cosas. Por ello cuando hoy se habla de química y física, todo se torna tedioso y aburrido. Pero esta misma situación se dio en su extremo opuesto: aquellos que buscan la alquimia desde la espiritualidad sin tener en cuenta la química.

 YO: ¿Como qué?

SOY: Una corriente de alquimistas dejaron de lado la química para dedicarse a la devoción de la alquimia del ser, es decir, de trabajar sobre los componentes del alma para transformar la vida de las personas, más allá de la realidad en la que viven. Esto ha llevado a que estos alquimistas se vuelvan filósofos o terapeutas holísticos, los cuales imitando a sus predecesores en su intento de convertir el plomo en oro, dedicaron sus vidas a transformar la sombra en luz. Tanto el plomo como la sombra son vistas como el veneno, la toxina, mientras que el oro o la luz es vista como la medicina. Un buen alquimista sabe que no son cosas diferentes, sino dosis distintas de una misma cosa, pero en el camino desesperado de ir hacia la materia o hacia el espíritu, se perdió el sentido real de la Alquimia.

YO: ¿Cuál?

SOY: La unión entre el Todo y la Nada. La primer alquimia de la existencia, en que ambos conceptos son uno, lo mismo, no hay división, y en la nada puedes sentir al todo, y en el todo puedes sentir a la nada. Es la Alquimia Divina. En ella, comprendes algo: que todas las cosas físicas te llevan al espíritu esencial, así como todas las cosas esenciales te regresan a la materia. Pues la materia surge del canto del vacío, de la idea de un sueño eterno, sueño que desde la materia anhelamos alcanzar mediante la meditación o la ascensión. Y sin embargo, no estaba fuera de la materia, sino que la constituye. Es el perfume de la flor, es la capacidad de ver los colores. No existen colores sobre las cosas, sino fotones siendo captados por los nervios oculares en una u otra frecuencia. El perfume no pertenece a la flor, sino a las reacciones químicas de tu cerebro. Así ves lo que quieres ver, escuchas lo que quieres escuchar, hueles lo que quieres oler, o lo que estás capacitado para recibir. La alquimia, pues, es aprender a leer al espíritu en las cosas existentes, es hacer de la materia un terreno fértil para el espíritu, y al espíritu una guía para ordenar la materia. El todo y la nada obtienen sentido en unidad, no por separado. Es el matrimonio alquímico.

YO: O sea que debemos realizar este matrimonio interno entre el camino hacia la ciencia y hacia el espíritu, dejar de creer que la alquimia es solo aprender a brillar mediante nuestras sombras, o sólo pensar que todo se vale de reacciones químicas en nuestro cuerpo. Son ambas.

SOY: La reacción química en tu cuerpo se produce por el intercambio de pulsos eléctricos, y los mismos se dan por la intención, por la idea, y es así que tu imaginación crea realidades. La química te muestra lo que eres, la alquimia te muestra lo que puedes ser. Y sólo puedes cambiar lo que eres si intencionas convertirte en otra cosa. Allí yace la magia de la alquimia, en la capacidad de imaginar, de crear, de generar algo nuevo a partir de lo que es y existe. La naturaleza lo hace todo el tiempo, pero el humano se cree superior a ella, por ello no lo reconoce.

YO: Entonces, para poder encender la chispa divina que permita la alquimia en nuestra química, debemos ir a buscar la unidad de ese todo y nada dentro de nosotros.

SOY: Allí es donde, mediante el camino iniciático, en el río Nilo, los alquimistas enseñaban ambos caminos, el interno y el externo, donde las personas que se disponían a transformarse, aprendían del camino espiritual de la alquimia en tanto reconocían el poder espiritual en cada elemento químico.

YO: La Tabla Periódica de Dimitri Mendeleyev toma otro sentido…

SOY: Es el camino iniciático de la materia. Portones, neutros, electrones, geometría, matemática, frecuencias, música, energía, ondas y partículas, campos magnéticos, todo ello constituye cada elemento que da forma al creador, muchos de ellos aún en la imaginación, aún por crearse. Todos ellos inteligentes, que se conectan de la manera adecuada para crear, transformar o destruir la existencia. Fueron ellos, los químicos, que originaron a los reinos de cada mundo, y en este, a aquellos basados en lo inorgánico, como el silicio en el Reino Mineral, o basados en el carbono dentro del Reino Orgánico de los Vegetales y los Animales. Su interacción creó alquimia, haciendo de nosotros seres que existimos por el intercambio de estos químicos, que crecemos, nos desarrollamos, nos descubrimos mediante dicha interacción química.

YO: Somos producto de los minerales de la tierra y del agua. Humanos, hijos del barro.

SOY: Nacidos en el Jardín del Alquimista.

YO: ¿A qué hace referencia esto?

SOY: Al Jardín del Edén. El Alquimista es Dios. Es la divinidad, luz, fotón, el fuego primordial que mediante la radioactividad modifica la estructura atómica permitiendo la existencia de diferentes minerales, hongos, vegetales y animales, los cuales, por la luz del sol, mutan una y otra vez en el camino iniciático llamado evolución. En hebreo, a este lugar se le llamaba Jardín de la Planicie Fértil, o “Gan Edín”.

YO: Ghan, como tú…

SOY: Sí. Nacido en el río Ghion, hoy llamado Nilo.

YO: Como tú también…

SOY: El cual proviene de las tierras altas de Etiopía, que una vez llamaban Thigangha.

YO: Como tú… otra vez.

SOY: Nuestra misión, pues, es volver a donde todo comenzó, entre el todo y la nada, donde el primer humano vio la red. Donde el primer ser descubrió que un simple fotón contenía el poder del sol.

YO: Por ello volver al Nilo.   

SOY: Recuerda, tú eres la materia y yo soy la esencia, el todo y la nada; yo te he creado a ti para poder volver a donde debo cumplir mi propósito, en tanto tú me das sentido a mí para cumplir tu misión. Esa es la alquimia del ser. Reestablecer el Jardín del Gran Árbol de la Vida, donde todos los árboles, las abejas y hormigas crean en el agua del Nilo la medicina para la alquimia del ser.

YO: ¿Y cómo lo logramos?

SOY: Bueno, en primer lugar, recordar que ni tú ni yo somos únicos, sino una red, todos recordando el mismo propósito, pero cada uno con un elemento químico, y álmico, complementarios entre sí para lograr hacer brillar este nuevo comienzo. Y por ello, lo primero que debemos hacer para unir el todo y la nada, es crear el campo magnético adecuado.

YO: La Red.

SOY: La Red de la manifestación. Por ello, la primer etapa de esta misión de plasmar el Cielo en la Tierra, implica alinear el tiempo y el espacio a la red de la creación.

YO: El Icosaedro.

SOY: Recordemos juntos qué es el icosaedro, y cómo alineamos tiempo y espacio.